El arte como herramienta política y social
Cuando hablamos de arte, sin duda hablamos de la expresión del alma y su fluidez misma. El arte es la manifestación de aquello que nos emociona, conmueve, provoca, apasiona o duele, buscando además lo estético en pos de provocar una determinada sensación y/o decir algo mediante diversos recursos visuales, sonoros y/o lingüísticos. La pintura, la música, la literatura, la danza e incluso aquellas prácticas o disciplinas desarrolladas por el hombre, como pueden ser las artes culinarias o marciales, son solo algunas muestras de aquellas formas de expresión mediante las cuales el alma fluye y se manifiesta.
Siendo el arte la expresión del alma, es posible tenerle como profundamente personal. Sin embargo, como entes sociales que somos, el arte puede tener también un carácter colectivo, y es en esta colectividad en donde nace el rol político y social del arte. La guitarra de Víctor Jara, símbolo de la peligrosidad que fue para la dictadura cívico-militar su canto de denuncia y acompañamiento en el proceso socialista chileno en los años setenta, es un ejemplo claro de cómo el arte, en cualquiera de sus formas, puede convertirse en una valiosa herramienta política.
Toda práctica artística es forjada por y forjadora de identidades. Es reflejo de nuestra cultura, costumbres y, sobre todo, de nuestra sociedad. Como reflejo de esta última, son los movimientos sociales instancia de florecimiento artístico. Desde la cantata por los mártires de la matanza de la escuela Santa María de Iquique, hasta las calles pintadas. Callejones, avenidas, plazas y pasajes de colores y mensajes, reflejo de la realidad y la necesidad.
Del mismo modo en que el arte es la expresión del alma, es también la expresión del ideal, pues son los ideales (aquello tan profundo y valioso) una extensión o, al menos, parte del alma. El arte, siendo ideal y creatividad (y, por tanto, libertad), es también rebeldía. Y es en pos de esta rebeldía que el arte se transforma en herramienta, en práctica y elemento transformador.
Es cierto que la belleza, con su subjetividad, puede ser el fin último de un proceso artístico. Pero siendo los artistas poseedores de ésta gran herramienta transformadora, tienen también una cierta responsabilidad de usarla. Usarla, principalmente y como se ha mencionado, porque es la creatividad manifestación de libertad, y la libertad, de rebeldía. Y es esta última, a su vez, el espíritu mismo del arte.
0 comentarios